El síndrome de la patilla


sindrome de la patilla

Nunca he podido resistirme  al macarra malote, prototipo de canalla patillero, chulo supremo de extrarradio y rey pillo en el submundo de los bares de copas. No sé qué tienen las patillas y los garitos, pero siempre han estado íntimamente relacionados y compartiendo protagonismo en mis resacas emocionales.

Era una constante de tango, profunda y reiterada: el tipo más macarra y politoxicómano del antro era el que me encandilaba arrastrándome durante algunos meses a vivir numeritos de culebrón venezolano, episodios encadenados de sábado en sábado, de bar en bar, con chupa, moto gorda y papelinas en la cartera de unos Levi’s apretados marcando paquete. Y siempre lo mismo: sobredosis de morbo, noches muy largas y chuleo en bucle hasta que mi corazón despechado veía la luz, clamaba vendetta, conocía a otro tipo duro (de fenotipo y patillas exactamente idénticas) y me enrollaba con él para olvidar el puteo del último. Como no podía ser de otra manera (en el fondo siempre he sido una ingenua) me enamoraba hasta las trancas y, víctima de una maldición, comenzaba otra vez la espiral demoníaca que a los tres meses me conducía a la búsqueda del nuevo canallita de turno sustituto con el que vengarme despechadamente de los renuncios patilleros del anterior. Era un círculo vicioso enfermizo y endogámico: cuando cumplí 33 años empecé a sospechar que había conocido, en el sentido más puramente bíblico de la palabra, a toda la fauna patillera de ciertos círculos underground.

Aquí tengo que hacer un paréntesis obligado para recordar a Goytisolo:

Para olvidar un amor desgraciado
la muchacha se dio a otros hombres
y ahora ya no recuerda aquel amor
porque confunde todas sus desgracias

(José Agustín Goytisolo, Solución de un problema en Sobre las circunstancias)

Jota llegó a mi vida en un impasse de chuleo, entre patilla y patilla me rescató de la movida de Malasaña en cuanto lo conocí en la fiesta de cumpleaños de una amiga muy pseudo. Era alto y tenía patillas. Suficiente para ponerme en celo. Pijo camuflado de macarra, con estética alternativa pero cerebro de economista: invertía en mi, me invitaba a cenar en restaurantes carísimos, me trataba como una reina y follaba como dios. Y como plus, tenía un vocabulario superior a 1.000 palabras y no me chuleaba.

O al menos eso creía yo.

Qué ignorante. Por alguna extraña razón siempre nos enamoramos del mismo tipo de hombre. En mi caso se trata de una patología grave, es el Síndrome de la Patilla. Tened cuidado, me temo que es crónico y además contagioso.


19 respuestas a “El síndrome de la patilla”

  1. […] El rol de plañidera no me va. Estoy cansada de representar el papel de patética, porque eso es lo que soy. Engendreitor me chulea porque me dejo, parece que me guste ser una pusilánime sumisa sin dignidad. Con dolor o sin dolor, por mi salud mental debo pasar página, ya no tengo 15 años y Jota ha muerto: Engendreitor lo ha poseído definitivamente y yo debo poner fin para siempre al Síndrome de la Patilla. […]

  2. Yo siempre he odiado a los malotes, siempre me repelieron…
    Si me llegan a decir que me iba a casar con uno de ellos me da un infarto en el acto.

      • Digamos que con un ex-malote. Parábola del hijo pródigo en carne y hueso.
        Para que te hagas una idea yo era «la otra» la primera vez que nos liamos… Me toreó como una auténtica gilipollas. Luego lo mandé a la mierda (gracias a Dios).
        Al cabo de año y pico volvió como alma en pena, soltero y sin compromiso, y 10 meses después me estaba proponiendo comprar casa juntos, a los 12 meses me estaba proponiendo matrimonio y nos casamos a los 25 meses de noviazgo.
        Increíble pero cierto, esas cosas pasan.

  3. yo te recomiendo «¿Amar o depender?» de Walter Riso. Me lo he leído varias veces y aún ahora, de vez en cuando, no me viene mal releer algunos capítulos. Verdades como puños que todas sabemos pero que nos cuesta reconocer…
    Parece que somos unas cuantas las de «enganche a los malotes»
    he observado una cosa, no sé si estarás de acuerdo, pero no sé por qué, mujeres que conozco en situaciones parecidas, suelen ser brillantes profesionalmente, con un interior rico, fuertes en las demás facetas de su vida… y se pegan el batacazo en el terreno amoroso-sentimental… cuanto menos me parece curioso.

    En cualquier caso, al menos a mi me pasa, en el fondo sé si la cosa va a salir adelante o no, el resto es empeñarse para nada, no?

    besos

    • Lo apunto.

      Estoy de acuerdo contigo en la descripción del tipo de mujeres que se pegan siempre el batacazo con el mismo tipo de hombre. ¿Por qué? misterios de la vida.

      un beso guapa

  4. Uf los malotes, creo que ya te conté mi historia interminable con mi malote particular. Esa acabo hace 11 años.
    El de ahora es otro malote, en otro sentido, a veces camuflado a veces acentuado, pero al menos me aporta algo más que mis malotes anteriores.
    Cuando nos van los malotes no podemos hacer nada, caemos como idiotas a sus pies. De tanto en tango cae algún angelito, pero a esos los abandonamos por sosos (experiencia propia de nuevo), no somos capaces de ver las ventajas. Si no nos hacen daño parece que no somos felices.

    Eso eso, el vikingo, pero en moreno por favor.

    • La recuerdo perfectamente. Una experiencia para olvidar ( o para no olvidar, debemos tener memoria histórica) Es cierto que la tendencia a buscar chicos malotes es irreprimible, no se puede hacer nada. Yo también he estado con chicos encantadores y buenísimos pero al mes me han saturado. Lo dicho, es patológico.

      Un beso gordo

  5. ayyyyyy los chicos malos, a mí también me ponen, tengo que reconocerlo!!!

    Menos mal que llevo con mi chico, (que no es de los malos ni tiene patillas sino más bien de los que seducen con el discurso, con el trato y las palabras) casi toda la vida (desde los 18 años dios miooo) y eso me ha parado los pies si no qué hubiera sido de mí!!!

    besos Carmen y muchas fuerzas para tomar las decisiones que debas/quieras tomar!

    • Gracias Amparo. necesito mucha energía. Estoe s superior a mis fuerzas.

      beso grande

  6. Juah, juah!!!…. me parto, si es que me estoy leyendo a mí. A mí me ponían los revolucionarios, idealistas, que de tanto darle al coco no sabían ni donde vivían. Me traían por el camino de la amargura. Hasta que conocí a mi amor… que físicamente me atrajo desde el principio. Muy terrenal, práctico y hecho a sí mismo, al principio me descolocó… y todo lo contrario a lo que hasta entonces me atraía. Fue primero amistad, hasta que nos lanzamos. Ahora sé que no me he equivocado.

    Ya llegará tu hombre, estoy segura.

    • Espero que llegue pronto y que me haga olviidar pronto a este impresentable

      Un beso

  7. Ah sé por dónde vas… yo tengo el síndrome vikingo-barbaro-metalero siempre me han gustado los hombres mayores, con cabello a la cintura, chupa de cuero, mirada de loco y voz de demonio.

    Así mero: http://ravenhill.blog.hu/media/image/picmarco06.jpg

    Sin embargo, he terminado con un chaval 4 -3 años menor que yo que para allá va si no nos cuidamos, cuando la insanidad lo atrape, que me ampare el cielo.

    ¡Un beso!

    • Sielu! Qué gracia! También te dan morbo los malotes!!! Lo que pasa que tus requisitos estéticos y físicos son diferentes, ero vamos, que la patología es similar!!!

      Jajajaja! Gracias por confesarlo. Gracias por la foto del vikingo, me has hecho reir. Somos almas afines!

      😉

      Un beso

  8. Te recomiendo la lectura de un libro «mujeres que aman demasiado» te puede ayudar a entender muchas cosas. Yo también tenía mi propia tendencia que se curó con la maternidad 😉 asi que ya sabes: todavía hay esperanza!!!

    • Yo he leído ese libro!! Duro y a la vez fantástico, me abrió los ojos sobre algunas cosas q hasta ese momento no quise ver!

      Los malotes si, pero para un rato, como compañero prefiero a mi chico bueno, eso si con personalidad y carácter, q si no me aburro 😉

      • Ya he tenido mi conversación con Akai. Ya tengo el libro en pdf. La verdad es que tiene una pinta estupenda y, como le hedicho a ella, lo he leido por encima y me identifico totalmente con muchas cosas. Y sólo le he echado un vistazo, miedo me da leerlo en profundidad… creo que va a ser muy esclarecedor y que lo tenía que haber leido hace muchos, muchos años…

        un beso