de cuando nació Malena (III) – Momento Empuja


No sé cómo llegué pero de pronto me descubrí allí, murmurándole a una auxiliar «quiero un parto natural, no me pongáis nada». Recuerdo que me sonrió cortés y distante, noté su indiferencia y me dolió sentirme absurda. Quise estar en mi casa. Pude verme tumbada en otra cama en una especie de habitación verde. Iban a hacerme un registro. Llegó la matrona, se presentó. Alguien me puso una vía. Dije que no quería oxitocina y la matrona murmuró un tímido «por si acaso». Bueno, la cosa no iba mal. Había pasado media hora desde que llegamos al Hospital. De pronto oí el corazón de Malena a toda máquina: los monitores marcaban 150. En ese momento supe que podía tranquilizarme. Una cosa menos. Malena estaba bien y nadie había hablado de enema ni rasurado

– Matrona silenciosa: ¿Vas a ponerte la epidural? Ahora es el momento, más tarde ya será imposible

(¿Por qué se empeñaban todos en preguntarme cuando estaba en medio de una contracción? Y no sólo eso ¿por qué coño esperaban con impaciencia que les respondiera inmediatamente cuando sólo podía llorar de dolor?)

Era mi última oportunidad para ponerme la epidural. Sacudí la cabeza negando. No podía hablar. La matrona salió sin hacer ruido,

Las contracciones eran insoportables y ya venían cada dos minutos. Férreas. Infinitas

Nunca he sido demasiado quejica, me definía como una tía fuerte y resistente al dolor. Bueno, pues ahora sé que no lo soy. No lo podía soportar y lloraba. Los segundos durante las contracciones se dilataban en el tiempo, todo transcurría tan despacio que sentía que «no transcurría» y el dolor se congelaba, sordo e insistente, las contracciones me atravesaban dejándome inmóvil en la cama entre una niebla densa. Sólo oía el corazón de Malena que latía rápido y cadencioso. Como impulsada por un resorte, me incorporé. No podía estar tumbada, me arranqué las correas y empecé a pasear por la habitación. El dolor me hizo perder la serenidad. Creía que me moría. Caro me miraba horrorizada e impotente, se le habían agotado las palabras de consuelo. Me tiré al suelo de rodillas para hundir mi cara en la cama y ahogar los aullidos de dolor, lloraba y aullaba al mismo tiempo, me escuchaba a mi misma sin reconocerme en un llanto que se convirtió en cántico.

Me habría encantado contar aquí que conservé el ánimo y la fuerza hasta el final, pero estaría mintiendo como una bellaca. No me sentía orgullosa en absoluto de vivenciar y disfrutar del nacimiento de mi hija: sólo el miedo me impedía ponerme la epidural, quería estar segura de que podría empujar con todas mis fuerzas.

No sé cuánto tiempo pasó. Intento recordar qué era exactamente lo que se me pasaba por la cabeza en esos momentos y juro que no lo recuerdo, el dolor me inundaba anulando cualquier otro pensamiento. Caro me contó después que la Matrona Silenciosa entró un par de veces pero no dijo nada al comprobar que me había quitado la monitorización, sólo aparecía y desaparecía como un espectro vigilante.  Sin dejar de aullar, me levanté, me volví a tumbar en la cama, me apoyé contra la pared, me senté en el inodoro tres veces sin resultado alguno hasta que, desesperada, comprobé que las contracciones venían cada minuto y medio pero duraban un minuto. Era un infierno. No aguantaba más.

– Yo (poseída, gritando): ¡Por favor, la epidural!¡Que me pongan la puta epidural!

La Matrona Silenciosa entró corriendo y me tumbó en la cama

– Matrona silenciosa: tranquila Carmen, voy a hacerte un tacto para ver si estamos a tiempo. Cuando termine esta contracción me avisas. No vas a notar nada.

Efectivamente, fue cuidadosa y no me hizo daño (lanzo aquí otra pregunta, atención: ¿porqué los tactos sólo son dolorosos sólo cuando los realizan los ginecólogos/as?) Respiré intentando aprovechar la tregua que me concedían los escasos segundos sin contracción, cuando noté que de nuevo se acercaba la ola de dolor. No oí cómo la matrona le ordenaba a la auxiliar que llamara al celador.

– Matrona silenciosa: Carmen Carmen, estás de 9 centímetros, no podemos ponerte la epidural, nos vamos al paritorio ya.

Eran las 7.54 de la mañana y yo flotaba muy lejos. No fui consciente del alcance de sus palabras.

Otra laguna. Sólo recuerdo que me retorcía mientras me colocaban en la cama de partos e intentaban que abriera las piernas para atármelas a los estribos. Sentí una presión muy intensa en el ano. No pude comunicárselo a la matrona porque ahora las contracciones se sucedían una tras otra sin descanso.

– Matrona silenciosa: Carmen, empieza a empujar pero despacio, ¿vale? empuja un poco cuando notes la siguiente contracción.

– Yo: No noto las contracciones, me duele todo el tiempo, es sólo una!

Matrona silenciosa (tocándome la tripa): empuja ahora! Muy bien!

El dolor desapareció de pronto para dar paso a una presión bestial y desgarradora en mi «Zona Cero». Pude notar que Malena bajaba y su cabeza estaba a punto de salir.

Matrona silenciosa: empuja ahora!. Muy bien! Descansa

La nebulosa se intensificó y recuerdo ese instante como si estuviera sola con la matrona flotando en un espacio luminoso. No veía a Caro que estaba justo detrás de mi cabeza. Seguía sin poder procesar ningún pensamiento.

Matrona silenciosa: Respira y aguanta la respiración, empuja otra vez, un poco más fuerte… Ahora!

Las contracciones habían desaparecido por completo y así se lo transmití a la matrona. El dolor se había ido definitivamente para dejar paso a la presión y al escozor. De pronto algo me quemaba entre las piernas.

Matrona silenciosa: Carmen, ya veo la cabeza! Ya la tenemos aquí, está coronando!. Cuando te lo diga, empuja con todas tus fuerzas…¡ ¡Empuja! venga coge aire otra vez ¡empuja!… Más fuerte, empuja, empuja como si cagaras ¡EMPUJA!

Al décimo empujón empecé a pensar que algo no iba bien. No podía hacer más fuerza, era imposible. Me sentí impotente. Malena no salía.

Yo:¡No puedo!

Matrona silenciosa: Sí puedes, descansa un minuto y volvemos a empujar. Tienes que empujar Carmen, ya está casi, lo estás haciendo muy bien pero ahora tienes que empujar con todas tus fuerzas. Prepárate… ¡Empuja!

¡Empuja!

¡Empuja!

Nada. Malena no salía. Dos lagrimones me caían hacia las orejas. Estaba aterrorizada. La Matrona Silenciosa empezó a ponerse nerviosa y a dar órdenes a su alrededor. Yo gravitaba en mi universo paralelo y no podía entender sus palabras, pero supe que pasaba algo.

Yo: ¿qué pasa? ¿porqué no sale?

Matrona silenciosa: Viene con vuelta de cordón y necesito que empujes más fuerte, Carmen. Tu hija necesita salir ya. Prepárate y empuja CON TODAS TUS FUERZAS! ¡EMPUJA!… prepárate otra vez… Ya está aquí, ya la tenemos, un último empujón ¡EMPUJA!

Y empujé, empujé como nunca pensé que habría sido capaz. El corazón se me salía del pecho, no podía respirar.  Sabía que era la última vez que empujaba, ya no me quedaban fuerzas.

De pronto noté que me cortaban. Con la episitomía sentí un alivio increíble, la presión desapareció de súbito mientras sentí como una especie de pez gigante se deslizaba entre mis piernas.

Malena acababa de nacer. No lloró. Con los ojitos abiertos y mirándome fijamente, como diría Sabina, se instaló para siempre en mi vida.


15 respuestas a “de cuando nació Malena (III) – Momento Empuja”

  1. Otra que se ha puesto a llorar¡¡¡¡ Aunque tu parto poco ha tenido que ver con el mío, me lo ha recordado ¡qué emocionante¡ La sensación de pez escurriéndose que dices,bufff.
    A mí sí me enchufaron la oxitocina, y después de 16 horas de contracciones (5 con la oxitocina, que se nota la diferencia, son más largas en el tiempo, menos espaciadas y más dolorosas) y sin dormir (y con sólo) 3 cm dilatados, me encontré con el cuerpo de matronas intentando convencerme de que me pusiese la epidural porque iba a estar sin fuerzas para empujar cuando llegase el momento. Como las matronas que hablaron conmigo eran partidarias del parto natural y ya las conocía, finalmente decidí ponérmela. Y he de decir que en mi caso a pesar de que era reacia a ponérmela fue mano de santo. Me quedé dormida del agotamiento durante hora y pico y cuando me hicieron el siguiente tacto (al cabo de unas 2 horas y pico de ponerme la epidural) ¡estaba de 9 cm). Creo que el poder descansar fue lo que hizo que mi parto después se acelerase. Y en mi caso, al contrario que otros que conozco, sí que notaba las piernas y las ganas de empujar, y a mi hija bajando. De hecho ni a paritorio me iban a pasar porque al parecer los pujos iban maravillosamente y ya estaba a punto de salir. Sin embargo al final la cosa se torció un poco y me empezó a subir la fiebre (y me temo que ahí la epidural sí tuvo algo que ver) y a mi niña le empezaron a subir las pulsaciones, vino un ginecólogo, valoró, volando a paritorio, kristeller, empuja, kristeller, empuja y ventosa y mi hija nació(en total ni 3 minutos en el paritorio).

    Mi idea de mi parto era parecido al tuyo, Carmen. Sin embargo ahora cuando me preguntan otras embarazadas siempre les digo que lo importante es que vayan con la mente abierta por si acaso y si se puede parto natural o al menos no intervenido bien, y si no, lo importante al fin y al cabo es que la cosa acabe bien ¿no?

    Muchos besos guapa y de verdad que el relato de tu parto me ha emocionado muy mucho.

  2. madre mía Carmen, qué intensidad! se me han saltado las lágrimas (otra vez). Yo salgo de cuentas la semana que viene y por primera vez me estoy empezando a poner nerviosa con el parto, también tengo miedo al dolor…
    espero poder llevarlo tan bien como tú…
    cómo llevas la recuperación? y la lactancia? cómo está Malena?

    muchos besos para las dos

  3. Que emocionante!!! me ha encantado tu relato, me ha recordado un poco a mi parto, yo tampoco me puse epidural y la verdad que ahora me acuerdo de todo lo que grite y llore y me parece increible que podamos soportar esos dolores.Pero merece la pena 🙂 Qué tal la niña?

  4. Q intenso!! Me ha encantado, se me han saltado las lagrimas.

    Mi primer parto fue muy parecido, sin embargo con el segundo mantuve la serenidad y parecía q dolía menos, q poderosa es la cabeza.

    Me alegra q fueras una valiente y al final todo saliera como querías!

    Mil bss, y una vez más GRACIAS por compartir estos momentos tan especiales con nosotras!

  5. Increible Carmen, simplemente increible.
    Me has hecho saltar las lágrimas.
    Besos

  6. Bufffff, qué bien contado Carmen. Llevo una semana entrando cada dos por tres para ver si ya estaba el capítulo siguiente. Mi primer parto también fue salvaje, lo he vuelto a revivir leyéndote. Lo sentí tal cuál lo cuentas y la sensación justo después, al terminar. Me sentí poderosa, no sé como describirlo mejor. Ahora, a dos semanas de salir de cuentas no sé bien qué hacer, por un lado temo el dolor, ahora sé que es inhumano, pero por otro no quiero renunciar a todo lo que conlleva. Hace un par de semanas en preparación al parto nos pusieron un video de un parto con epidural y no lo reconocí. Como tomarte un nescafé aguado en vez de un buen expresso italiano. En fin, que estoy hecha un lío. Un beso fuerte y disfruta de la niña. Ahora viene lo mejor.

    • Animo Sara!! Ya verás como el segundo esc mucho más fácil, yo cuando iba para el hospital pensaba q me quedaba mucho y llegué en expulsivo! Además como sabía de que iba la cosa lo lleve con mucha más serenidad, no llegué a ese estado de desesperación, puedo decir q disfruté de mi parto.

      Ya verás como a ti te va igual de bien!!!

      • Muchas gracias Mariana. Espero que así sea y pueda llevarlo con calma como tú. Creo que eso es lo que marca la diferencia en la mayoría de los casos. Por cierto, te llamas como mi hija mayor, qué buen rollo!

  7. ¡Qué identificación luego de los 9 cm de dilatación mujer! A mi si me pusieron la epidural (entre contracción y contracción), que al final de cuentas ni me agarró porque estaba sintiendo todo ya estando de 9, quizá debí haber dicho que no… pero bueno duele queda gusto.

    Leí tu pregunta:

    ¿porqué los tactos sólo son dolorosos sólo cuando los realizan los ginecólogos/as?

    Emm… cuando me hizo el tacto el doc, que por cierto es doctor-gine-anestesiologo-enfermero-doulanoreconocida, no me dolió, y no sentí la acostumbrada presión de siempre -según él- porque lo que estaba tocando eran membranas dilatadas y al bebé que ya venía en camino. De hecho cuando me rompió las membranas y rompió bolsa no sentí nada. La verdad, ve tu a saber… pero ese tacto no dolió.

    Igual el dolor ya estaba tan fuerte que aunque me hubieran puesto al Doctor más tosco del a región a hacerme el tacto ni enterada.

    ¡Te mando un abrazo y besos para Malena!

  8. bufff otra que esta llorando!

    ha sido muy fuerte y cuando el pececito se escurre entre tus piernas, he sentido un descanso…
    Ahora la narracion del nacimiento esta completa, supongo que la guardaras en un lugar privilegiado para no caer en la tentacion de idealizarlo ni de demonizarlo, para saber siempre como fue o como lo viviste, enhorabuena por el pececillo y gracias por compartir con nosotras esta experiencia.
    En proximos capitulos a ver si nos cuentas cosillas de tu dia a dia con Malena! a mi me esta costando mucho, tengo muchas inseguridades y lloro cada dos por tres, la pena es que no se describirlo como tu lo haces.
    Un beso grande y gracias de nuevo por dejar que nos colemos en un rinconcito de vuestras vidas.

    • Ay Amparo, el puerperio es una etapa muy difícil, a mi tb me pasó, no sabía si hacía las cosas bien, si iba a ser buena madre y además estaba agotada, así q lloraba cada dos por tres.

      No te sientas mal, todo es normal, y con un poco de tiempo y cariño y comprensión ds tu entorno se pasará, y sentirás toda esa felicidad q se supone trae un hijo pero q ahora mismo es difícil de encontrar.

      Si quieres saber mas, hay un libro muy bueno de Laura Gutman, La maternidad y el encuentro con la propia sombra». Muy recomendable para entender..

      Un abrazo grande!!!

  9. Carmen, estoy llorando… Se me han saltado las lágrimas y no puedo parar.
    He vivido el relato con muchísima intensidad, como si hubiera estado allí presente. Gracias por compartirlo.
    Por otro lado, me has hecho revivir mi parto: el dolor insoportable, los alaridos, ese cántico, la vía «por si acaso», la necesidad de estar en posición vertical durante las contracciones, y el no recordar nada, salvo el dolor, ver todo como en una nebulosa…
    Ufffff… Acabo de revivirlo todo!!!
    Me ha entrado el acojone para mi próximo parto!!!
    Besos