me acabo de depilar


primera analitica embarazada
la foto es de Go Maia http://www.flickr.com/photos/go_maia/

Estoy deprimida. No tengo miedo a las agujas, ni al pinchazo, porque desde el punto de vista fisiológico no tiene porqué doler. Lo que me da una aprensión que no puedo con mi vida, es ver mi propia sangre (mejor dicho imaginármela, porque nunca miro) entrando a borbotones por el tubo, caliente, roja, brillante al principio, densa y negra cuando el tubo acaba de llenarse.

Si consigo superar las primeras etapas de la extracción sin desmayarme, como bonus, me mareo después al oler el algodón con alcohol que te ponen después para te presiones el pinchazo. “Aprieta con fuerza para se te comprima la vena contra el hueso y así se corte la hemorragia” me dijo hace 9 años una enfermera. La descripción me pareció una atrocidad tan gráfica que me faltó el aire y sentí inmediatamente que mis oídos se taponaban mientras los ojos empezaban a nublárseme así que tuve que salir corriendo (literal) de la sala de extracciones hacia la puerta del hospital para sentarme en las escaleras porque notaba que el desmayo era inminente. Lo más patético es que no llegué a tiempo y cuando intentaba sentarme, me desmayé encima de una viejecita que en ese momento subía a duras penas el último escalón con su botecito de orina en la mano. Lo último que oí es que la gente gritó. Afortunadamente, mi hermana Silvia que venía detrás, logró alcanzarme al galope y pudo evitar que la anciana rodara escaleras abajo. Qué lástima. Cuando abrí los ojos, estaba tumbada en el suelo: un enfermero guapísimo me levantaba las piernas mientras yo sonreía bobalicona y todos los curiosos que se arremolinaban a mi alrededor comprobaban con repugnancia que hacía dos meses que no me depilaba las ingles.

Sin comentarios.

Desde entonces, este triple trauma (pre, durante y post analítica) hace que esté constantemente imaginándome que me desmayo y tengo que luchar contra la lipotimia desde que pongo un pie en el hospital hasta que vuelvo a pisar mi casa. Por supuesto, no puedo coger el coche porque mi paranoia hace que me maree conduciendo así que sigo auto sugestionándome con el desmayo en el metro, en el autobús, los diez segundos que tardo en cruzar un semáforo o en el ascensor de casa, cuando algún vecino que todavía ignora que soy socialmente disfuncional se empeña cortésmente en iniciar una conversación absurda.

Sí, soy consciente de mi transtorno.

No, esta vez es obvio que no puedo pedirle a nadie que me acompañe. Y menos a Jota ¡faltaría más! La única persona amiga que sabe que estoy embarazada es Caro (Alba no cuenta) y tiene mucho trabajo, me niego a que la despidan por culpa de mis episodios surrealistas

Y sí, me acabo de depilar.