embarazada deja de fumar


embarazada deja de fumar
http://www.flickr.com/photos/bachmont/

Necesito ordenar mi vida. Es urgente darle a mi cabeza el equilibrio que está buscando y el momento es ahora porque temo que, de lo contrario, se me va a pasar el ataque. Ya he empezado por higienizar mi apartamento así que debo continuar: hoy me lanzo y sigo con la purificación de mi cuerpo:  acabo de dejar de fumar hace dos horas, me estaba dando tanto asco a mi misma que he decidido que hoy era el día. No me compensa fumar, no soy capaz de reducir el consumo y tengo la certeza absoluta de que soy drogadicta. Busco cualquier excusa para fumar: porque estoy contenta, porque estoy deprimida, porque estoy de los nervios, porque acabo de comer, porque me ha llamado Jota, porque no me ha llamado Jota, porque tengo que celebrar que ya no tengo el SIDA, porque tengo síntomas de alzheimer,  porque mi madre es del opus…

Estoy intentando mantener la calma para evitar una inminente crisis de pańico: tengo miedo a no fumar más, a no poder ser feliz. Es una sensación muy rara, de vacío interior, como un insolente agujero negro en mi moral que imagino fruto del mono a la nicotina. Debo  distraerme pensando en los beneficios que me proporcionará dejar de fumar a corto plazo, así que por mi salud mental, me he centrado en dos alicientes tangibles:

1- Voy a ahorrarme todos los días 4 euracos en tabaco. Cada mañana echaré en una hucha, destinada específicamente a tal efecto, el dinero que me he ahorrado el día anterior. Ese dinero lo derrocharé en el capricho más consumista que se me pueda orcurrir dentro de un año, no antes.

2- Voy a oler bien a partir de ahora. Es tan fácil como un capítulo de de barrio Sésamo: arriba – abajo: derecha – izquierda, bien – mal. Mi pelo, mi boca, mi ropa olerá siempre bien. Es más, en cuanto salga de trabajar me paso por el Corte Inglés a comprarme el perfume que me salga de las narices. También me atrevo a prometer que este fin de semana voy a lavar toda la ropa de mi armario. Se acabó el olor a cenicero.

En cuanto a los beneficios inmediatos en el organismo, he encontrado este timing que me parece fantástico y me está ayudando bastante a la hora de marcarme hitos. Mi principal finalidad es ir superando este gran desafío subiendo escaloncitos paso a paso:

20 minutos del último cigarro:
La presión arterial se normaliza, el pulso se vuelve normal, la temperatura de pies y manos aumenta y se normaliza.

8 horas después del último cigarro:
La cantidad de monóxido de carbono en sangre disminuye a nivel normal, la cantidad de oxígeno en sangre retorna a los niveles habituales.

24 horas después del último cigarro:
Disminuyen los riesgos de un infarto.

48 horas después del último cigarro:
El sistema nervioso se adapta a la ausencia de nicotina, mejoran los sentidos del gusto y el olfato.

72 horas después del último cigarro:
Los bronquios se relajan y mejora la respiración, aumenta la capacidad pulmonar. Cesa el “mono” físico.

Entre las 2 semanas y los 3 meses después del último cigarro:
Mejora la circulación, resulta mas fácil caminar, la función pulmonar aumenta hasta un 30 por ciento.

Dentro de los 3 a 9 meses después del último cigarro:
Disminuye la tos, la congestión, la fatiga y la falta de aire, las cilias reaparecen en los bronquios y los limpian, se reducen los riesgos de infecciones.

Al cumplirse un año del último cigarro:
Disminuye un 50 por ciento el riesgo de enfermedades cardíacas.

A los 5 años del último cigarro:
El riesgo de contraer enfermedades cardíacas es igual al de no fumador, disminuye un 50 por ciento el riesgo de contraer cancer de pulmón.

A los 10 años del último cigarro:
El riesgo de contraer cáncer de pulmón es igual al del no fumador, disminuye el riesgo de contraer otros canceres.

Fuente: Zonadiet

¡Que la fuerza me acompañe!